Hablando con Alexis Soriano
Conociendo a nuestros artistas y al director del FestivalUna charla con, Alexis
Soriano, un compositor y
director de orquesta al mando del Festival
Es un honor conversar con Alexis Soriano, destacado compositor y director de orquesta, cuya visión y pasión por la música han convertido al Festival Internacional Alborada Clásica en un referente cultural de excelencia. En esta entrevista exclusiva, exploramos su trayectoria, sus inspiraciones y el impacto que ha tenido este festival en el panorama musical internacional.
¿Qué recuerdos o momentos de tu infancia crees que definieron tu vocación como director de orquesta y compositor?
Hasta que nació mi hermano Hugo, siete años menor, yo estaba solo, rodeado de música que sonaba incesantemente en casa. Mi abuelo con el que viví mis primeros dos años, era pianista y director aficionado (su sueño hubiera sido dirigir) y juntos nos poníamos a dirigir la música del Romeo y Julieta de Prokofiev que era la sintonía de un serial de la TV. Después, desde los dos años, el repertorio de piano de mis padres me acompañó y marcó profundamente toda mi infancia y juventud. Chopin, Schumann, Brahms, Beethoven, Prokofiev, Rachmaninov….lo natural era que siguiera ese camino.
Tu carrera te ha llevado por diversos escenarios internacionales. ¿Cómo crees que esos viajes han influido en tu forma de entender la música?
Todas las vivencias nos influyen como personas y por tanto, como músicos.Cuando uno viaja solo, sobre todo, está abierto a la emoción y captación de estímulos que luego podrá utilizar para transmitir emociones.
Como director, estás en constante diálogo con compositores del pasado y del presente. El diálogo no tiene barreras temporales, es presente. Cuando estudias Brahms, Beethoven, Ligeti, no hay diferencia, es un diálogo directo y actual. No hay anacronismo en el sentido de que hoy nos siguen emocionando del mismo modo seguramente. Sólo cambia la estética, la forma, el mensaje, cuando el artista es universal, siempre es actual. Y es universal cuando nos hace reflexionar sobre nosotros mismos, nos eleva sobre lo terrenal y nos da esperanza.
¿Cómo manejas ese equilibrio entre la tradición y la innovación?
Todos los artistas que mantienen el interés a lo largo del tiempo, son innovadores en cuanto a que cuentan las cosas de una manera suficientemente personal para que nos olvidemos de cuando nos hablaron.
«La emoción siempre está presente, emoción y razón, las dos son indisolubles«.
La composición es un proceso profundamente personal. ¿Tienes algún ritual o hábito creativo que te ayude a conectar con tu inspiración?
El ritual es de dos tipos; busco y desarrollo motivos o ideas que tengo en la cabeza en el piano o directamente en el pentagrama. Depende para qué escriba. El piano a veces condiciona mucho y hay riesgo de escribir al dictado de las manos, aunque a veces, éstas ayudan mucho en el proceso de creación.
Hay que entrar un poco en el trance y la concentración de olvidarse del resto y sumergirse en el proceso. Normalmente hay una voz, un motivo que canto para mí y abre el camino.
Cuando escribo una ópera surge unas veces el texto antes, otras la música, a veces tengo el texto escrito y otras, al revés. En la ópera, para mi es más fluida la inspiración, sobre todo para la parte cantada. En una obra abstracta quizá sea más difícil el proceso.
¿Qué papel juega la emoción humana en tu proceso compositivo y cómo decides qué emociones destacar en cada obra?
La emoción siempre está presente, emoción y razón, las dos son indisolubles.
¿Qué te llevó a elegir la figura de Malcolm X como eje de esta nueva ópera?
Mi madre, que es rubia, rubísima, fué profesora en un colegio público afroamericano de Chicago cuando aun había segregación. Fue muy impactante para ella y me recomendó que leyera el libro de Alex Haley, “Autobiografía de Malcolm X”. Al leerlo, comprendí lo que había vivido mi madre y al cabo de los años me vino a la mente para escribir una mono-opera. Malcolm X es un personaje históricamente controvertido pero profundamente inspirador.
¿Cómo abordaste los matices de su vida en el lenguaje operístico?
He intentado incluir características de su tormentosa vida como la fe, la violencia, el jazz, las drogas, la sexualidad, la marginación, la soledad, la esperanza en la música y el texto, con mi propio lenguaje y sin juzgar al personaje ni hacer política. He mostrado a un hombre con sus contradicciones que lucha contra una situación social absolutamente denigrante e indigna.
¿Cómo crees que esta ópera puede resonar en una audiencia contemporánea, especialmente en un festival como Alborada Clásica?
Me haría mucha ilusión que pudiera hacer reflexionar al público lo terrible que es el apartheid, la discriminación de un ser humano solamente por el color de su piel, a través de una música directa y sincera. Creo que es accesible a todo tipo de audiencia y espero que se valore el hecho de estrenarla en Motril.
«Una gran función de la música es alimentar el alma y despertar sensaciones que no conocíamos de nosotros mismos.»
Has conseguido poner en pie un Festival de Música clásica con artistas de gran renombre, algo extraordinariamente complicado-. ¿Ha sido muy difícil, cuales han sido los mayores retos?
Los mayores retos son muchos; conseguir financiación, apoyo de instituciones políticas y público local que se acostumbre a un evento anual y le sea fiel. Muchas veces, las localidades pequeñas disfrutan de eventos o artistas puntuales que vienen una vez con un espectáculo que ya mostraron en otro lugar y se van. Nosotros buscamos dejar huella con un evento que busca implicar a los ciudadanos, mejorar las comunidades, atraer turismo cultural y que sea anual. Tengo que agradecer la enorme generosidad de los artistas de gran talla que vienen no por el caché, sino por amistad y poner su grano de arena en el afán de aportar cultura a la sociedad.
¿Qué esperas que los asistentes al Festival Internacional Alborada Clásica experimenten o reflexionen al escuchar tu música?
Una gran función de la música es alimentar el alma y despertar sensaciones que no conocíamos de nosotros mismos.
¿Cómo ves el papel de los festivales de música clásica en la evolución cultural de las comunidades?
Muy importante porque aglutina lo local con lo exterior, promueve una cultura y recibe de fuera otras y cohesiona comunidades descubriendo potencialidades ocultas, otorgándoles identidad propia y esperanzas de futuro. Económicamente, además, es un gran estímulo para el desarrollo y el bienestar.
Si no hubieras sido músico, ¿a qué te habrías dedicado y por qué?
Me gustan el teatro, el cine, la fotografía, la edición de libros y escribir. También me gustan las ciencias (biología) y el periodismo de actualidad. Soy muy curioso y me gusta aprender.
Además de música clásica, qué otras músicas te gusta escuchar?
Entre otros muchos, sobre todo Bill Evans, Nina Simone,Lole y Manuel,Paco de Lucía, De Moraes, Toquinho, Vinicius, Mina, Evora, Dalla, Aznavour, Vartan, Metheny,…
¿Cómo logras mantener el equilibrio entre la vida profesional y personal, especialmente con una carrera tan demandante?
Lo que un director aprende es a aprovechar el tiempo y organizarlo. Eso es lo que trato de hacer; pero nada se logra si no hay ilusión y pasión por la vida y por tu profesión.
Háblanos de algún libro que haya influido en tu vida
El primero que me dejó una gran huella, por consejo de mi padre, fue “El extranjero” de Camus. Mis primeros libros fueron en francés ya que viví en Paris hasta los 8 años y por eso sigo leyendo en francés lo que viene de allí..
Luego hay tantos….por mencionar algunos, “La insoportable levedad del ser”,“El rojo y el negro”, Los poemas de Marina Tsvetaeva y de Miguel Hernández,“Crimen y castigo”,”Limonov” y hace no tanto, uno imprescindible en España, “Patria”.